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Hace unos días, me lleve un susto horrible, puede que haya sido el peor momento que he vivido hasta la fecha.
Salí de casa , como todas las mañanas, con mis hijas para ir al cole, aparqué donde dejo el coche todos los días , salimos y ,como siempre, mi hija mediana me dijo que se adelantaba.Después de cerrar el coche fui con mi otra hija a su encuentro, me encontré con un amigo y comencé a charlar con él, durante los minutos que duró la conversación yo recorrí visualmente la plaza donde todos los días me espera mi hija, no la vi, pensé que se habría escondido. Me despedí y empecé a buscar , no estaba, volví al coche, nada, comencé a angustiarme. Estuve alrededor de veinte minutos buscándola, llorando, desesperada, llame a mi marido, se puso en camino, hubo alguna persona que intentó ayudarme. En mi desesperación llame al colegio, pensando en que viniera alguien a hacerse cargo de mi otra hija que también estaba muy nerviosa. La niña estaba allí. Una profesora la había encontrado en la plaza, me había hecho gestos y la niña me gritó «mamá». Yo, ni vi, ni oí nada.

Todo fue un mal entendido.

Cuando me recuperé del disgusto, cosa que me llevó un par de horas. Comencé a dar vueltas en mi cabeza y a hacerme preguntas ¿Por qué la dejaré hacer eso todas las mañanas? ¿ Debería llevarla siempre pegada a mí?     ¿ He sido una irresponsable?
Después de meditarlo un rato, me di cuenta que no, el proceso estaba bien.
Mi hija tiene siete años, a esa edad yo iba sola al cole con mi hermana de diez .
Desde que tiene tres años, realizamos este camino. De pequeñitas van de mi mano, poco a poco van aprendiendo a transitar solas, les voy repitiendo las normas todos los días, deben ir pegadas a la pared y no a la calzada, parar en los garajes, pasos de peatones y semáforos. Les voy explicando que pasaría si se saltan esas normas. Cada una realiza el camino según su personalidad, hay quien necesita ir pegada a mí y quién necesita sentirse autónoma y va más suelta.

También hablo con ellas sobre las personas que transitan, les digo que no todo el mundo es bueno, que no pueden irse con nadie sin decírmelo primero, aunque conozca a esa persona, que nunca pueden irse con un desconocido, aunque sí deben ser amables y educadas y si alguien da los buenos días ellas deben simplemente contestar y seguir su camino. También deben respetar a los demás transeúntes, dejando paso a los que caminan más rápido y pidiendo paso de forma educada a aquellos que van más despacio. No deben cruzarse para no hacer caer a nadie.

Y no nos olvidemos, son niños, esto  y prácticamente todo, hay que recordarlo casi cada día.

Saben de memoria mi teléfono y su dirección, saben que si se pierden y desconocen el camino hasta un lugar conocido , deben buscar un policía, si no lo encuentran yo les digo que entren en alguna tienda y lo digan para que las ayuden y si no hay tiendas que busquen una familia, una mamá o un papá con niños, seguro que alguna de estas personas puede ayudar.

Con todo y con eso, cuento con que pueden pasar mil catástrofes, pero es que la vida es así y educar también es ir soltando lastre y confiar. Confiar en los demás, hay manos amigas, no todo el mundo es malo. Confiar en nosotros, queremos lo mejor para ellos, lo estamos haciendo bien. Confiar en ellos, que son capaces, listos , válidos , buenos, seguros.

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