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Todos sabemos que la maternidad te cambia, tu vida da un giro, al principio no eres muy consciente, al menos, yo no lo era, pero poco a poco te das cuenta que tus prioridades han cambiado, que el peso de la responsabilidad te pesa sobre los hombros, no te puedes parar, la vida sigue, ellos crecen, van cumpliendo etapas y tu tienes que acompañarles.

Muchos aspectos de mi vida cambiaron con la llegada de mis hijas, mis horarios, algunos de mis hábitos, las relaciones con mis amigos, con mi familia, con mi marido…

En mi caso, también cambio de forma muy significativa la manera de entender mi trabajo. La manera de ver a mis alumnos y la manera de entender a sus padres.

Cuando llegó el momento de escolarizar a mi hija mayor, no sé, si con acierto o no, decidimos que se incorporara en el centro donde yo trabajaba. Eso supuso que yo fui su maestra, ya que el colegio solo tenía una línea y yo era la profesora de tres años. Tenía  bastante experiencia en ese curso, pero no podía ni imaginar lo que se me venía encima.

La niña, lejos de sentirse mejor por estar con su madre, no entendía nada. No comprendía porque me tenía que compartir con todos aquellos niños, porque su madre de repente era su maestra , se pasaba el día llorando y llamando la atención , comenzó a tener mucha ansiedad, siempre fue una niña inquieta y con carácter, pero era obediente y responsable.

Me descolocó mucho esa reacción y me sentía muy frustrada por no poder conseguir que mi hija se adaptara como los demás niños, además de sentirme juzgada por algunas de mis compañeras. Yo, no lo hice bien, la exigía el doble y nuestra relación se deterioró mucho durante ese curso. Mis compañeras me aseguraban que al pasar de curso y cambiar de maestra todo iría mejor. estaba deseando que llegase ese momento, sin embargo,tampoco en los cursos siguientes logro adaptarse , hasta que  llegó a Primaria, yo creo que no empezó a disfrutar del colegio. Y me atrevería a decir que cambió su forma de ser, fue una experiencia que marcó su vida, aunque debo decir que ella lo recuerda como algo positivo y continúa diciendo que le encantaría estar en mi clase.

Esta experiencia , me marcó de tal forma que creo que nunca he vuelto a ser la misma maestra, creo que nunca he vuelto a juzgar ni a unos padres ni a un niño. Me di cuenta que antes de esto cuando un niño no se adaptaba al aula, no cumplía las normas … siempre echaba balones fuera y pensaba que era porque estaba muy mimado, no tenía límites en casa y cosas similares. Es posible que en algunos casos sea así, pero desde que intento descubrir el porqué del comportamiento en el aula en función de lo que sucede en ella y no fuera , creo que todos funcionamos mucho mejor. Creo que mi hija me enseñó mucho más que yo a ella, me enseñó que las cosas no siempre están bajo control, que los niños no actúan siempre según lo esperado, que muchas veces tenemos que ser humildes , darnos cuenta de nuestros errores y cambiar nuestra forma de actuar. Lo importante en nuestra profesión, no es demostrar lo buenos maestros que somos y todas las cosas creativas que sabemos hacer… es transmitir a nuestros alumnos que son capaces, que se sientan aceptados tal y como son , ayudarles a descubrir el mundo y los aprendizajes desde las particularidades de cada uno. Mi hija vivía una situación especial y yo, como su maestra que era tenía que haber comprendido y la tenía que haber ayudado a superarla.

Dos años más tarde , volví a pasar por la misma situación con mi hija mediana. Me generaba mucha tensión, pensar que tenía que volver a vivir la misma experiencia. Sin embargo el curso  fue mucho mejor, quizá yo había aprendido algo de la ocasión anterior y estaba algo más relajada, dejando pasar por alto algunas cosas. También , claro está, influye la personalidad de la niña, mi hija mediana siempre ha sido más independiente y con más habilidades sociales que la mayor. Ella deseaba formar parte del grupo como uno más y así se comportaba. Aún así vivimos situaciones complicadas y yo estaba deseando que terminase el curso.

Repetí experiencia con mi hija pequeña a los pocos años. Tuvimos momentos duros, pero lo superamos. Yo, cada vez más consciente y tratando de comprender el porqué de su forma de actuar, como haría con cualquier alumno que pase por mi aula. Ella tiene una personalidad abierta y colaboradora y eso ayudó.

Lo que no sabía es que la vida nos iba a hacer repetir. El curso pasado, primer curso del Colegio Ingenio, he llevado Infantil. Hemos arrancado con pocos alumnos y en el aula me he encontrado con alumnos de 3, 4 y 5 años. Entre los de 5 estaba mi hija. El curso ha sido complicado , aunque lo he disfrutado mucho y lo he llevado con muchas ganas, atender a las necesidades de cada uno de ellos teniendo en cuenta el momento evolutivo y del desarrollo que le corresponde, no ha sido fácil. También he vivido momentos duros con ella, pero lo hemos llevado bastante bien, he notado que la situación cambia según se van haciendo mayores, comprenden mejor la situación y la adaptación es más fácil. Durante este curso he fomentado su rol de mayor en el grupo, eran los de cinco los encargados de hacer recados y de ayudarme en muchas ocasiones con los más pequeños. Fomentando así su autonomía.

La realidad es que por bien que se lleve, la relación se complica , todos necesitamos nuestro espacio y compartir aula y casa  a veces es demasiado intenso.

Pero como todo en la vida, también tiene su parte positiva. Guardo recuerdos imborrables y miles anécdotas divertidas de cada una de ellas. Además creo conocer perfectamente como se comportan y como se enfrentan  a diferentes situaciones de aprendizaje y sociales, puesto que conozco su rol en la escuela de primera mano.

Como maestra , sin duda ha sido la experiencia que más me ha marcado. Enseñándome a resolver situaciones de conflicto en el aula, a comprender que cada uno de los integrantes del grupo son mis alumnos y tengo que tratar de llegar a ellos y eso a veces pasa por cometer errores y no pasa nada por rectificar . También a comprender que la misma situación no siempre se resuelve de la misma manera, depende de las características del grupo, de la personalidad del alumno . También he aprendido a relajarme, no autoexigirme tanto, quizá esto ha sido lo más difícil.

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